[la conclusión] [tipos de conclusiones]


  1. Una declaración objetiva.
  2. Una conclusión de algún tipo.
  3. Una poderosa oración final.
Estas son las únicas tres partes de una conclusión. Veamos ahora los tipos de conclusiones posibles en los sermones, con ejemplos de todos ellos.

1. UNA APELACIÓN DIRECTA. Con la apelación directa presentamos la meta del sermón de manera directa a todas las personas que nos escuchan. Algo directo es algo personal. Haga que cada una de esas personas sienta que usted le está hablando a ella, y no a otra persona. Hable en segunda persona singular ("usted" o "tu") cuando haga su llamado o apelación. Además, manténgalo dentro de un ambiente personal, empleando oraciones como : "Tómela decisión ahora mismo..." Aquí se ve que estamos hablando a la persona de manera directa. Con nuestra apelación directa la estamos llevando a enfrentarse con la necesidad de actuar personalmente.

Recuerde que la meta de toda predicación es lograr una respuesta en el oyente; impulsarlo a actuar. Sabemos que no se predica la Palabra de Dios sólo para dar información, sino que la meta es la transformación de la vida. La bendición está en la respuesta, en que hagamos algo. Por lo tanto, formule una apelación directa a la persona. Haga que se enfrente con lo que usted espera que suceda como consecuencia de su sermón.

Veamos un ejemplo de apelación directa. Veamos Mateo 7:7-11. y el título "Los motivos para orar". podemos trabajar con esta meta para nuestro sermón: Que los creyentes se comprometan a orar por lo menos quince minutos diarios. Note que se está hablando de una acción concreta; al menos quince minutos diarios. No es algo tan vago como decir que "los creyentes tienen que ser fieles y orar."

Terminamos con una apelación directa: Usted necesita hacer de la oración una parte integral de su vida diaria, tal como lo hace con la alimentación de su cuerpo. Su vida cristiana comenzó con una oración, y no podrá avanzar sin ella. Tome esta decisión: dedique por lo menos quince minutos diarios a la oración. Sí, un cuarto de hora por cada veinticuatro. Este es el momento de tomar la decisión. decidase a orar; de no hacerlo, algún día podría decir: "He descuidado las cosas celestiales al permitir que las terrenales las echaran a un lado." (Una oración final poderosa).

Asimilen bien esta parte, y nos vemos en la siguiente entrega. Dios les guarde y dé sabiduría para seguir adelante en el camino de la predicación.

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