[los oyentes - 4ta parte]

Continuando con los versos 21 y 22, en este punto no pude evitar pensar que este sembrador que "salio a sembrar" era un inexperto, pues todos saben lo que pasaría si la semilla cae en un terreno pedregoso.

Mateo 13:18-23. "18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno." (VRV60).

La forma y costumbre del entonces no era tan elaborada como la de nosotros, ellos esparcían la semilla y ya. Y por consiguiente, "parte" de ella caería en terrenos no aptos, y en donde se se esperaría ni siquiera ir a buscar cosecha. Luego me encontré con otra idea en mi mente, que tampoco el sembrador sale a sembrar cuando la tierra no está lista para ello, y si no estuviera seguro que el invierno comenzaría en su tiempo. En todos los ejemplos de tierra, la semilla germinó y creció, y con el tiempo el terreno dio su resultado inevitable y fatal para las plantas. Hoy en día podemos preparar la tierra, limpiarla, poner y quitar todo lo que nos ayudará en una buena cosecha. No creo que haya sido casualidad que Cristo dejara esta parábola para muchas aplicaciones.

De el seguimiento que demos a esta persona, que recibe el mensaje de Dios, dependerá la profundidad de sus raíces en la Palabra. Exactamente como las palmeras, viven en arena, de playa o desierto, pero no se caen sólo por tener suelo blando. Sus raíces son profundas y amplias, de tal forma que evitan ser raídas y llevadas por la tormenta o un viento suave.
No es suficiente abrir la boca y soltar el mensaje, debemos conocer a nuestros oyentes y facilitarles el entendimiento y profundidad de la Palabra de Dios.

En el verso 22 nos enfrentamos a un reto mayor, pues este llega a profundizar, pero otros aspectos de la vida cotidiana no permiten que de fruto. Es el clásico creyente que no trabaja ni hace nada productivo en la organización de la iglesia. Nos deja un punto clave en el propósito de Jesús para los que oyen su mensaje: "que den fruto". Es clave, importante, el objetivo final. Un creyente que da fruto es un creyente que se reproducirá naturalmente con otros. Ahora, el ejemplo del que no da fruto, pareciera un intento mal logrado, pero podemos cambiar esta perspectiva de la situación. De qué dependerá, nuevamente de conocer al oyente, pues no sabrá que hacer para saltar este obstáculo si no conoce cuáles son los afanes de esta o aquella persona, de esta o aquella congregación. Necesitamos ser observadores, y sensibles a lo que el Espíritu Santo desea que comuniquemos.Oración, oración...

Quiero terminar esta serie del oyente, y análisis de la parábola del sembrador (no es prédica por cierto), haciendo la mención que, si bien es obvia, nos presenta el verso 23 como un oyente ideal. Agrego que el sembrador que salio a sembrar preparó la tierra para este propósito, y las semillas que cayeron en diversos lugares no dieron fruto, y el sembrador no iba a buscar frutos en ellos, pues no era la tierra que había preparado. Esta preparación lleva tiempo, y antes que alguien acepte su predicación, por fuerza tendrá que aceptar a la persona que lleva el mensaje de Dios.

Como predicadores, debemos saber que para que oigan el mensaje, deberá haber alguien que lo lleve, pero este mensajero deberá también conocer a los oyentes para poder hacerles entender con la ayuda de El Espíritu Santo, el mensaje. Llevará la misión de profundizar en la Palabra para que la puedan practicar, y sólo así, llevarán fruto, en grados diversos, pero lo harán.

Dios les bendiga a todos, y nos veremos con el siguiente aspecto a tratar en la elaboración de un sermón, los propósitos general y específico. Hasta pronto. Recuerden recomendar a otros miembros de su iglesia y líderes sobre homiletablog.

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